La Iglesia Católica española se posiciona en la ULTRADERECHA reaccionaria y antidemocrática: EL REGRESO DEL NACIONALCATOLICISMO
La Iglesia Católica española ha aprobado y enviado a los medios, recientemente, un documento (que en su esperpéntico vocabulario alegal y acientífico lo llaman "Instrucción pastoral") cuyo título es: "Orientaciones morales ante la situación actual de España".
Desconozco qué intención real tendrá esta asociación de ciudadanos, pero resulta incuestionable que añoran desde años el regreso al nacionalcatolicismo español, esto es, a la intervención directa o indirecta en la política y a asumir un papel fundamental en la estructura del Estado.
Resulta preocupante, asimismo, que este órgano de esa asociación de ciudadanos -de carácter religioso- como es la Conferencia Episcopal, se ubique ideológicamente, una vez más, tan alejada de la moderación y de la democracia, bordeando peligrosamente incluso, esa frontera -que algunos pretenden que sea excesivamente tenue- entre el ejercicio de un derecho fundamental (la libertad de expresión) y la comisión de un delito perfectamente tipificado en el Código Penal vigente y que sería muy necesario que en esta joven democracia española, que pretendía el reconocimiento y respeto a su pluralidad lingüística, cultural y nacional de los pueblos que la componen, se comience a aplicar más decididamente.
Estos ciudadanos que se definen como católicos han llegado al extremo de condenar moralmente a toda ideología política independentista, así como a poner innumerables objecciones y matices al resto de planteamientos nacionalistas. Me resulta inconcebible que en un Estado social y demócratico de Derecho, que consagra como valor superior del ordenamiento jurídico, entre otros, al pluralismo político, inspirada en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se pueda afirmar, tranquilamente, que se condena a una determinada ideología política que es propia de diversos partidos políticos, con representación parlamentaria en varias cámaras legislativas del Estado: Parlament de Catalunya, Congreso de los Diputados o Eusko Legebiltzarra, entre otras.
Imagino que estos ciudadanos, que se declaran católicos y quién sabe si incluso cristianos, se habrán dado cuenta de que condenan "moralmente" a bastantes diputados del Congreso de Diputados, de partidos democráticos tales como Esquerra Republicana de Catalunya, Partido Nacionalista Vasco y a algunos incluso de Convergència i Unió o del Bloque Nacionalista Galego (sin que deba entenderse como exclusiva o cerrada esta lista... pues, seguramente, podrían "condenar moralmente" a muchos otros más).
Afirmar algo como esto: "(...) los obispos consideran que las pretensiones nacionalistas independentistas no están hoy moralmente justificadas en el caso de España", o que sea "(...)preciso superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación", no puede realizarse salvo que quien lo haga se declare, abiertamente, sin eufemismos, como un ser contrario a la democracia y al pluralismo político.
Y no hay duda de que la intención última de los obispos españoles era condenar ("moralmente", por fortuna, ya que no pueden hacerlo del modo tradicional en la Iglesia... ¿recuerdan algo llamado la Santa Inquisición?), pues de ello se han ocupado de aclararlo, rápidamente, los máximos "cabecillas" de esta asociación sectaria, tal y como han dejado bien claro en un artículo publicado en la prensa el pasado 4/12/2006, en el que se atrevieron a afirmar lo siguiente: "Nótese bien: hay que superar no sólo el separatismo, sino incluso el peligro del mismo". Sólo imaginar qué medios están animando a usar, qué ideología ultrarreaccionaria, antidemocrática, belicista, terrorista, ultraderechista están ateando a que reviva en España, causa auténtico pavor en personas pacifistas y demócratas como lo somos millones de ciudadanos catalanes, españoles y europeos.
Finalmente, después de comprobar, una vez más, qué lugar ocupa la Iglesia Católica española en el panorama político español, me gustaría citar lo preceptuado en el artículo 510 del Código Penal:
"1. Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía, serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses.
2. Serán castigados con la misma pena los que, con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía."
Imagínense que a mí o a alguien le diera por "condenar moralmente" a la religión católica (y se me ocurren varios motivos y aún no prescritos para que tengan relevancia jurídico penal, que podrían argüirse). Imagínense que me diera por escribir que los crisitianos o los católicos representan un "peligro" y que hay que superar, incluso, el propio peligro de su existencia. ¿No sería, en el caso de que efectuara semejante afirmación -que no hago, como resulta evidente, pues mi educación me lo impide-, algo que se acercaría mucho, bordeando la frontera con el ilícito penal antes referido? Del Dictamen jurídico penal sobre la posible calificación jurídica que merece la afirmación efectuada por la Iglesia Católica no procede, en este blog, afirmar nada más, salvo confiar en que no deba realizarse bien pronto y no sólo por un humilde abogado, sino por la Sala de un Tribunal.
Desde la Blogscuridad sólo cabe hacer una reflexión final. El Estado de Derecho cuenta con derechos y, sobre todo, con las garantías de los mismos, para que puedan reivindicarse y hacerse valer ante los Tribunales. Las veladas amenazas de la ultraderecha española y sus acólitos ministros eclesiásticos a la democracia, la libertad y la paz deben ser observadas con la indiferencia consciente de quien no quiere más que olvidarlas... sin perderlas de vista.
Visca Catalunya!
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